Han antenas muy potentes repartidas por todo el mundo que son capaces de apuntar a cualquier satélite que orbite la Tierra o que esté viajando por el Sistema Solar. A través de estas antenas se mandan transmisiones a las naves para que controlen su movimiento. Los satélites llevan pequeños propulsores que les permiten modificar su órbita o hacia donde apuntan.
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